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Bonos de carbono, aprendizajes y retos para México

En el marco del “Mexico Carbon Forum celebrado este 14 y 15 de agosto en la ciudad de León, Guanajuato, alrededor de 170 panelistas de 19 países se reunieron para discutir y proyectar los retos y objetivos que los instrumentos financieros enfocados en la descarbonización del medio ambiente (bonos de carbono) tienen en su desarrollo, legislación e implementación.

Yaax Carbon se hizo presente en esta 4ta edición, cumpliendo con nuestro compromiso de mejora continua, colaboración e innovación.

Por ende, a razón de nuestra participación en este espacio, queremos compartir una reflexión acerca de nuestra trayectoria en la industria de los bonos de carbono.

Son muchos los dichos populares que enaltecen a la experiencia como creadora de sabiduría y conocimiento. “Más sabe el diablo por viejo, que por diablo” es tal vez de los refranes más famosos que hacen hincapié a la necesidad de vivir, intentar y fallar como forma de aprender y crecer. 

Este proceso de aprendizaje no solo se aplica a la experiencia individual, también es muy apropiada para los procesos humanos colectivos -llámense comunidades, empresas, organizaciones o gobiernos-. En el mundo de los bonos de carbono, donde distintos actores colectivos juegan papeles fundamentales, sabemos que la desinformación, la falta de experiencia o de preparación de cualquier de los involucrados, puede comprometer tanto el proceso como el resultado final. 

El mercado de los bonos de carbono sigue siendo un mercado voluntario, donde queda en la responsabilidad de cada empresa compensar su huella de carbono más allá de las regulaciones ambientales. Por otro lado, el cuidado de los bosques, ancestralmente en manos de las comunidades rurales e indígenas, está intrínsecamente ligado a los usos, costumbres, actividades económicas y relaciones simbólicas de estos pueblos. 

El mercado de bonos de carbono llegó a México en el año 2013, y a poco más de una década, en Yaax Carbon entendemos que la complejidad ambiental, social y económica de los proyectos forestales de bonos de carbono necesita un enfoque interdisciplinario que hoy podemos afirmar, hemos ganado a través del entendimiento y la experiencia.

Sabemos que no somos los únicos que han encontrado conocimiento en este andar. Una de las certificadoras más importantes a nivel mundial, Climate Action Reserve (CAR) ha actualizado en 8 ocasiones su Protocolo de Desarrollo Forestal Mexicano (Mexico Forest Protocol Development) que estandariza la calidad de los bonos de carbono que se ofertan en el mercado nacional. 

Sin duda, el garantizar la correcta medición de la mitigación de los bonos es esencial en este proceso, y en Yaax Carbon confiamos en la metodología y protocolos de CAR como una de las certificadoras más importantes a nivel mundial.

Como desarrolladora de los proyectos forestales, somos el enlace entre las empresas interesadas en el mercado de los bonos de carbono y las comunidades que resguardan los bosques, y por ende, nuestra metodología se vuelve un poco menos científica y mucho más humana.

Citando otro dicho popular, bastante adecuado en nuestro contexto: “los árboles no dejan ver el bosque”, nosotros hemos aprendido a ver a cada uno de ellos, ya sea por el grosor de su tronco, por el verde de sus hojas, por la altura de sus copas, por la longitud de sus ramas, por el diámetro de su sombra o por la profundidad de sus raíces.

Con la experiencia aprendida, en lo teórico y en lo práctico, entendimos la necesidad de conectar con la comunidad de la misma manera que lo hacemos con el bosque, de una manera específica, profunda y horizontal.

Las desarrolladoras tenemos la obligación ética y el compromiso moral de involucrarnos con las comunidades. Necesitamos conocer y entender la cosmovisión, las necesidades, los conflictos y los obstáculos específicos, no solo a nivel comunidad, también a nivel familia e individuo. 

Generar un mayor involucramiento con la comunidad nos permite hacer un análisis más profundo de las necesidades de esta: desde mejorar los planes de manejo forestal, mediar conflictos de intereses, atender a las necesidades educativas y culturales de las infancias y juventudes, hasta entender la manera de aprovechar el bosque de cada región.  

¿Cómo generar un proyecto exitoso si no entendemos que la prioridad de una comunidad es la falta de recursos para reforestar y no el combate de plagas o la falta de lluvia? Nunca lo sabremos si no lo escuchamos. 

El no entender esto, sea cual sea la justificación, deja a las desarrolladoras en una situación de desventaja. Es nuestro deber generar las condiciones a través del trabajo de campo, de la realización de talleres, asambleas y jornadas participativas para que exista un mejor entendimiento, y por lo tanto, más participación por parte de toda la comunidad  para que los beneficios del proyecto se reflejen en su día a día. 

El aprendizaje es un camino sin meta de llegada, donde solo se puede seguir avanzando. 

Actualmente colaboramos con 7 proyectos en tres estados de la República Mexicana, lo que representa 221 mil hectáreas de bosque protegido que han logrado mitigar más de un millón de toneladas de dióxido de carbono.

Las actividades que Yaax ha fomentado en las comunidades donde trabaja van desde talleres culturales y educativos para las infancias y la juventud, como clases de pintura o reconocimiento de flora y fauna, cursos de emprendimiento para empresas comunitarias, hasta fomento al cuidado comunal y forestal. 

Con las lecciones aprendidas y aplicadas confiamos que nuestras prácticas, tanto ambientales como sociales, marcan la vara de la correcta implementación de los proyectos de bono de carbono en México.

Los proyectos de bonos de carbono forestal siempre cumplen con tres pasos. Primero, los propietarios de la tierra se organizan y deciden llevar a cabo un proyecto de conservación del bosque. Segundo, las organizaciones certificadoras revisan cada proyecto y determinan que cumplen con todos los requisitos para asegurar que el carbono calculado se mantendrá por muchos años. Tercero, cada año, el proyecto debe de comprobar qué actividades de conservación llevó a cabo y el impacto es auditado por las certificadoras. 

Este proceso no es estático. Cada año las circunstancias cambian y cada nuevo proyecto presenta sus necesidades y retos específicos. El compromiso de las certificadoras y de nosotros como desarrolladores es tanto con el cuidado del medio ambiente como con el bienestar social de las comunidades con las que colaboramos. Todos los años mejoramos nuestras prácticas y metodología, asegurando la permanencia de los proyectos a futuro.  

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