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México hacia el 2030

Impuestos a las emisiones de carbon

Cada 28 de enero se conmemora el Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2, una fecha establecida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para concientizar sobre la urgente necesidad de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar los impactos del cambio climático. 

Sabemos que el mundo enfrenta una crisis climática sin precedentes. Sus efectos son visibles en todos los rincones del planeta, impactando economías, ecosistemas y la vida de millones de personas. 

México no es ajeno a esta realidad: sequías intensas, fenómenos meteorológicos extremos y pérdida de biodiversidad, son solo algunos de los desafíos que enfrentamos. 

En 2021, México emitió 714 millones de toneladas de CO2 equivalente (CO2e). Reducir estas emisiones en un 35% para 2030 no es solo una meta ambiciosa, sino una responsabilidad ineludible. 

Para hacer frente a esta emergencia, es urgente que el país cuente con un plan de acción que englobe a todos los niveles de la sociedad, cambios contundentes que deben ir desde las acciones individuales hasta la aplicación de normas y marcos legislativos, es lo que nos llevará por el camino correcto para cumplir con nuestros compromisos internacionales, como los establecidos en el Acuerdo de París.

¿Por dónde empezar?

El primer paso para combatir el cambio climático es que todos los actores de la sociedad se comprometan a reducir en lo posible las emisiones de CO2 dentro de sus capacidades tecnológicas actuales. 

Esto implica, dependiendo de las necesidades de cada parte, el adoptar prácticas más sostenibles, invertir en energías renovables y optimizar los procesos productivos para minimizar su impacto ambiental. 

En el caso particular de los gobiernos y las empresas, estos tienen una responsabilidad ambiental ineludible, ya que muchas obtienen ganancias explotando recursos naturales o mediante procesos que generan contaminación. 

Es esencial para cada uno de los actores asumir un papel protagonista en la transición hacia una economía baja en carbono, no solo por obligación regulatoria, sino por un compromiso genuino con el futuro del planeta y las generaciones venideras. La sostenibilidad debe ser un pilar estratégico en sus operaciones, demostrando que es posible ser rentable sin sacrificar el medio ambiente.

Los siguientes pasos

Una vez que se ha llegado a la reducción máxima de emisiones a través de las cadenas de transporte, consumo o producción, aún quedan acciones que se pueden realizar para compensar la contaminación restante.

En diversas partes del mundo hay normativas que exigen y motivan a las empresas e industrias a seguir reduciendo sus emisiones de carbono a través de mecanismos de compensación. En México existe el Mercado Voluntario de Carbono desde el 2013, sin embargo, desde aquel entonces y a pesar de las expectativas y promesas, poco se ha avanzado en regular y legislar políticas claras en pro del medio ambiente. 

Sin bien, distintos estados han avanzado en materia legislativa para gravar las emisiones de gases contaminantes, a nivel federal poco se ha discutido acerca de homologar y aplicar un sistema que se usea alrededor de todo el territorio. Definitivamente, la legislación climática debe ser el eje central de estas políticas, estableciendo mecanismos claros para la reducción de emisiones, la transición energética y la protección de los ecosistemas.

Un paso crucial para avanzar hacia un futuro sostenible podría ser la creación de un sistema que regule y compense las emisiones de CO2. Este sistema debe ser transparente, equitativo y efectivo, diseñado específicamente para las necesidades de México. 

Aunque existen diversas propuestas y modelos internacionales, es fundamental que cualquier legislación en este ámbito considere las particularidades del país.

Una legislación climática hecha para México

Las y los tomadores de decisiones deben tener en cuenta que el sistema que se implemente en nuestro país necesita estar diseñado para enfrentar las realidades sociopolíticas de México, como la necesidad de transparencia gubernamental, la desigualdad entre regiones y la fuerte dependencia económica de sectores emisores como la industria energética y la agricultura.

Otro eje fundamental de este sistema debe ser el uso de la recaudación, en caso de cobrar impuestos o multas, los recursos deberán ser destinados a proyectos de transición energética, tecnologías limpias y conservación ambiental. 

De esta manera no solo se reducirían las emisiones, sino que también se fomentaría el crecimiento de una economía verde que podría generar miles de empleos. 

El momento de actuar es ahora

México tiene la oportunidad de liderar la lucha contra el cambio climático con una solución que se alinee a los compromisos internacionales y que al mismo tiempo responda a las necesidades y características de su población y economía. 

Es hora de que tomemos la responsabilidad en nuestras manos y dejemos un legado sostenible para las generaciones futuras.

Porque cada tonelada de CO2 que evitemos emitir será un paso hacia un México más fuerte, resiliente y comprometido con el mundo.

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