A partir del 7 de enero de 2025, varios incendios forestales han afectado al área metropolitana de Los Ángeles y sus regiones circundantes. Centenas de casas, negocios, parques e iglesias pertenecientes a los barrios más ricos, dentro de una de las ciudades más famosas del mundo, han quedado reducidas a cenizas.
Estos incendios confirman lo que los activistas y científicos han anunciado ya por décadas: el cambio climático traerá consigo desastres naturales cada vez más devastadores. En un escenario que se perfila amenazante, solo queda mantener la calma, adaptarnos a las circunstancias y ejecutar técnicas y métodos de prevención y adaptación contra los desastres.
Pero, ¿cuál es la relación directa entre el cambio climático y la imponente fuerza del fuego que azota a California? ¿Qué otras circunstancias han causado que este fenómeno, recurrente en la región, se haya salido de control en esta ocasión?
Fuego, parte del ciclo de la vida
El fuego tiene una relación ancestral con los bosques. Los incendios son parte natural de los ecosistemas que incluso algunos dependen y están adaptados a estos.
Sin embargo, en el imaginario colectivo, los incendios forestales se entienden como un fenómeno destructor de los ecosistemas.
Muchas plantas se han adaptado a crecer y germinar gracias al fuego, un fenómeno conocido como serotinia, debido a una convivencia que se remonta a millones de años en el pasado. Además el fuego promueve la diversidad de plantas y vida silvestre, y quema la acumulación de material vegetal, vivo o muerto, que es lo que sirve como combustible en caso de siniestro.
Dentro del mismo estado de California, hay un caso muy particular de serotinia activada por el fuego: la secuoya gigante de California. Estos famosos árboles pueden vivir miles de años acercándose a los 100 metros de altura.
Estos especímenes producen unos conos (piñas) del tamaño de un huevo, las cuales contienen las semillas en su interior que pueden permanecer verdes y sin abrirse durante décadas en el propio árbol. Solo un incendio forestal (a los cuales las secuoyas son bastante resistentes gracias a una corteza especial) aumenta la temperatura lo suficiente como para liberar estas semillas.
Como este ejemplo, hay muchos más. Desde pequeñas flores y arbustos, hasta enormes árboles, diversas especies se han adaptado al fuego no solo con mecanismos de defensa, sino como aliado para su propia reproducción.
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Equilibrio, la clave de la vida
Las condiciones climáticas como las olas de calor, las sequías, las plagas, la erosión de suelos y las fuertes precipitaciones, aumentan la probabilidad de incendios forestales más agresivos.
Aunque la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos los clasifica como catástrofes naturales, solo entre el 10% y el 15% de los incendios forestales se producen por sí solos en la naturaleza. El 85% – 90% restante se debe a causas humanas, como fuegos desatendidos de campamentos y escombros, cigarrillos desechados e incendios provocados.
En el caso específico de los incendios de California, estos fueron alimentados por la interacción de diferentes condiciones meteorológicas e hidrológicas: humedad muy baja, condiciones secas (con muy poca humedad durante los últimos meses) y los llamados vientos de Santa Ana, masas de alta presión, frías y secas que soplan por las montañas hacia la costa del Pacífico, con ráfagas superan los 130-160 km/h en algunos lugares.
Por si fuera poco, las condiciones meteorológicas fueron 5°C más cálidas, 15% más secas y 20% más ventosas en comparación con el pasado en el área afectada por los incendios.
Una conclusión del estudio de ClimateMatter afirma:
“Atribuimos los vientos más fuertes, las temperaturas más altas y las condiciones más secas que desencadenaron los incendios forestales de California en enero de 2025 al cambio climático impulsado por el hombre, y la variabilidad climática natural probablemente jugó un papel menor”.
Por otro lado, las estimaciones preliminares de la empresa de previsión meteorológica AccuWeather sugirieron que los incendios podrían ser los más costosos de la nación, superando 250 mil millones de dólares, además de tomar en cuenta lo que está por venir en los próximos días.
Debemos entender que el cambio climático y los desastres naturales han estado amenazando los ecosistemas del mundo desde hace décadas, afectando en su mayoría a países en vías de desarrollo.
Hoy, que directamente amenaza a la meca del cine y la farándula americana, es momento de aprovechar el foco de atención y amplificar la discusión sobre estos temas, su importancia y la urgencia de hablar sobre adaptación climática como respuesta a estos acontecimientos que inevitablemente sucederán con más frecuencia.
Cabe resaltar que los incendios de enero del 2025 no han sido los más grandes que ha enfrentado California, ya que en 2020 el incendio conocido como August Complex, al norte del estado, consumió alrededor 4,200 km2 de zona forestal y arrasó 935 edificios a su paso.
Si bien, hasta el momento los incendios Palisades y Eaton han consumido alrededor de 165 km2, cubriendo un área significativamente menor, estos han cobrado, hasta ahora, alrededor de 11,000 estructuras y 24 vidas humanas, convirtiéndolos en los incendios en los más devastadores para la población urbana en la historia de los Estados Unidos.
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Manejo forestal: prevención y respuesta
Si los desastres naturales son inminentes, ¿qué podemos hacer para adaptarnos al cambio climático y a la amenaza de los incendios, sobre todo en comunidades forestales?
En este punto es imprescindible hablar de un buen manejo forestal, ya que es fundamental para prevenir incendios e incluso mitigarlos. Un buen manejo forestal se logra reduciendo el material combustible, fortaleciendo la resiliencia de los ecosistemas y minimizando riesgos.
Entre las estrategias clave se encuentran las quemas controladas, una técnica que elimina hojas secas, ramas y otros elementos inflamables bajo condiciones seguras y monitoreadas. Además, es vital la reforestación con especies nativas resistentes al fuego, ya que ayuda a mitigar el impacto de los incendios y fomenta la biodiversidad y la recuperación de los ecosistemas.
Por otro lado, la creación de las brechas de fuego es esencial en el manejo forestal, ya que actúan como barreras estratégicas para prevenir la propagación de incendios. Estas son franjas libres de vegetación, cuidadosamente planificadas y mantenidas, ayudan a proteger ecosistemas, comunidades y recursos naturales al interrumpir la continuidad del combustible vegetal que alimenta los incendios.
Además, facilitan el acceso para las brigadas de combate y ofrecen zonas seguras para realizar maniobras de control, como contrafuegos. Cabe resaltar que esta fue una de las principales acciones que la comitiva mexicana emprendió en sus labores de ayuda en los incendios de California.
Por último, se debe resaltar que la educación y la concienciación comunitaria son pilares esenciales para complementar estas estrategias. Programas que enseñen a las comunidades cómo mantener zonas libres de vegetación inflamable, evitar quemas no controladas y reportar riesgos, fomentan un compromiso colectivo para la prevención.
Un bosque sano es una
comunidad sana, y viceversa.
En México y en todo el mundo, las comunidades forestales necesitan proteger sus medios de producción, su entorno, su cultura y su tradición, y solo con información, planeación, cooperación y prevención podrán adaptarse a las inminentes consecuencias del cambio climático.